lunes, 30 de mayo de 2011

1. La Llama Azul (3)

En ese momento, el profesor cerró la puerta de su clase. El profesor daba una de las asignaturas más difíciles y complicadas del curso, matemáticas. Min y Shun se apresuraron a llegar al aula, que estaba al final del pasillo. Picaron a la puerta levemente, mientras el profesor ya explicaba su materia. El profesor se giro, lentamente, con la mirada de la muerte en sus ojos, hacia la puerta. Los dos adolescentes retrocedieron, pero Min se amedrento y abrió la puerta de par en par, preguntando si podían pasar. El asintió y siguió explicando su materia, como si no hubiera pasado nada. Al cabo de un rato, Shun se puso a dibujar, ya que esas clases podían con él. Al despertar, se puso a despotricar la pérdida de tiempo que esa clase le suponía, ya que lo que el profesor explicaba el ya lo sabía.
-          Otra mañana aburrida - suspiro Shun -  Estaría mejor en mi casa durmiendo o estudiando por mi cuenta.
-          Cállese Sadwallan!- Dijo el profesor, todo furioso – ¡Encima que llega tarde y le dejo entrar, se pone a hablar!
-          Estaba pensando en voz alta señor – Dijo Shun – No volverá a ocurrir
-          Más le vale, o lo pongo de patitas en la calle – Dijo el profesor, más calmado. – Ya que habla, supongo que sabrá el temario, así que ¿por qué no sale a resolver las ecuaciones de la pizarra? – Contesto
-          De acuerdo – Replico Shun – Vamos a demostrarle que hasta los vagos tenemos potencial.
-          No podrá con esas ecuaciones, se ha pasado la explicación dibujando – Dijo el profesor
-          Eso no quiere decir que no sepa resolverlo – Contesto Shun
-          ¡¿Encima me toma el pelo?! – Dijo el profesor, gritando – No hace falta que salga, ¡tiene un cero por hacerme enfadar!
-          ¡¿Cómo?! – Grito Shun
-          Como oye – Dijo el profesor – No me haga repetirlo más, que al final lo voy a echar de clase
-          Pero usted de que… - Fue interrumpido Shun por Min.
-          Shun, cállate o te echaran fuera, ya que él tiene razón, te has pasado todo el rato dibujando. – Dijo
-          ¿Y porque no me has dicho nada? – Dijo Shun, curioso y extrañado
-          Porque no he podido, el profesor no paraba de mirarme, como si esperase que dijera algo para echarme de clase. – Dijo Min – Ahora estate callado el resto de la clase si no quieres que te eche fuera.
-          De acuerdo – Dijo Shun
-          Señor Sadwallan, fuera de clase, ya me tiene harto con sus cuchicheos entre usted y su amiga – Estallo el profesor – Alégrese de que no le hago parte.
Min se quedo mirando a Shun con cara de “te lo dije” mientras este recogía sus cosas y salía de la clase. El no se volvió. Consideraba muy injusta la preferencia del profesor por el sexo femenino, pero es que además odiaba que siempre la tomase tan fuerte con él. Ese profesor siempre lo había odiado, ya que no aceptaba que Shun se pasara la clase dibujando pero entendiera la materia. Al acabar la clase, mientras Shun estaba en el pasillo, el director de la escuela, Sunsuke Takayashi, paso por delante de Shun y le empezó a hablar:
-          Otra vez fuera de clase, Sadwallan? – Le espeto Sunsuke – Más le vale a usted que no cometa mas infracciones este trimestre, o me veré obligado a expulsarlo de la escuela.
-          Lo siento, señor director – Refunfuño Shun – No volverá a ocurrir
-          Eso espero – Contesto Sunsuke – Entre usted en clase, tengo que explicar una cosa y me conviene que estéis todos presentes.
-          De acuerdo, ahora voy – Acabo Shun, poniéndose en marcha.
Los dos entraron en clase, primero el director, seguido de Shun. El profesor de matemáticas salió del aula, no antes sin hablar brevemente con Shun sobre los deberes que debía hacer para la próxima clase, por no haber participado en la de ese día. Cuando se fue, se sentaron todos y el director empezó a hablar:
-          Buenos días alumnos, tengo el deber de informaros de una nueva incorporación a esta clase. Se trata de Arturo Hearise, alumno cualificado proveniente de la ciudad de Erania, la capital. – Dijo Sunsuke
-          ¿Y porque se querría mudar un chaval de la capital a nuestro pueblecito? – Pregunto Kita Steïn – Lo veo poco lógico
-          No es de tu incumbencia. Solo diré que es huérfano, y que está aquí con sus tíos. – Replico el director. – No quiero más preguntas, mañana lo tendréis en clase.
-          Pero director, necesitamos saber alguna cosa más de él, no sabemos nada. – Dijo Min Chau – Va a ser difícil hablar con él sin poder iniciar un tema de conversación.
-          ¡He dicho que no quiero más preguntas! – Grito el Director – Os apañáis y punto.
Dicho esto, salió de clase, dejando un revuelo de preguntas, conversaciones, nervios y curiosidad. ¿Quién sería ese alumno nuevo que emanaba tanto secretismo? Nadie tenía ni idea. Mientras discutían entre todos posibles situaciones y razones por las que ese chico venia a estudiar aquí, entro la profesora de artes plásticas. Esa profesora era la que le tenía un mayor aprecio a Shun, siempre se habían llevado muy bien, ya que ella lo consideraba un chico con mucho potencial y muy visionario, aptitudes acertadas para la plástica. Empezaron la clase, muy divertida.
-          Veamos chicos, hoy deberán hacer un retrato de su último sueño, de lo último que hayan pensado al dormir. Me lo entregaran la clase que viene, ya que es un trabajo complejo y laborioso. Quiero que lo que me entreguen plasme el sueño que han tenido perfectamente. – Dijo la profesora, mientras se acercaba a Shun para hablar. – Empezad.
-          Como te va, Shun? Antes me ha parecido ver que estabas fuera de clase – Dijo la profesora – ¿No estarás haciendo cosas malas otra vez, no?
-          Bueno, el profe de mates que me ha echado otra vez – Dijo Shun – Pero las otras asignaturas las llevo bien – Dijo, sonriente
-          Pero Shun, sabes que en tu casa eso no les sirve, tendrías que intentar esforzarte un poco más. Tienes potencial, pero no lo aprovechas – Dijo la profesora – Venga, ponte a hacer el dibujo y céntrate en los estudios, que te apoyo.
-          Gracias profesora, lo hare lo mejor que pueda – Acabo Shun.
Al acabar la clase de plástica hicieron un descanso para almorzar, y luego siguieron clases. No tardaron mucho en acabar, pues ese día faltaba un profesor. Shun fue para casa, acompañado de Min, ya que vivían cerca el uno del otro, y quedaban para ir y volver de la escuela.

lunes, 18 de abril de 2011

1. La Llama Azul (2)

Nada más salir de casa, se oyó un grito
-          Shun! SHUN! – Dijo Helena, su madre. – ¿Te has puesto el chaquetón?
-          Si mama, lo llevo encima – Contesto el
-          ¡De acuerdo, que vaya bien el día! – Acabo Helena
-          ¿Vaya con tu madre, siempre con las mismas cosas no? – Dijo Min – Siempre te acaba preguntando lo mismo cuando nos vamos
-          Se preocupa mucho por mí, pero debo admitir que a veces acaba siendo un poquito pesada – Contesto Shun – Aunque a pesar de todo me la quiero mucho.
-          Ya me imagino – Contesto Min – ¿Sabes qué?
-          Dime – Dijo Shun
-          Hoy he soñado que me tocaban millones de euros en la lotería, y me volvía rica, pero muy rica, que podía comprar hasta la luna. Luego, en el mismo sueño, me transformaba en un águila y volaba lejos, muy lejos, y veía el mar, las montañas y pequeñas personas, como hormigas. Más tarde, me posaba en una rama de olivo y sentía la brisa del viento recorriendo mis plumas largas y oscuras, tiznadas a pequeñas rayas de color blanco perla. Y justamente cuando levantaba el vuelo de nuevo, ha sonado el despertador – Explico Min – Realmente las vistas del sueño eran tan impresionantes que parecían reales.
-          Guau, impresionante – Dijo Shun – Realmente hubiese sido una suerte que lo del primer sueño fuese verdad
-          Y tú que has soñado, Shun? – Dijo Min – Supongo que nada, porque siempre dices que nunca sueñas nada
-          Esta vez sí que he soñado una cosa – Dijo Shun
-          ¡Explícamela! EXPLICAMELA! – Grito Min, estirando a Shun de la camiseta
-          Voy, voy – Dijo Shun – Empezare por el principio, que es por donde me gusta empezar a mí. Cuando me fui a dormir me sumí en un sueño muy profundo, y creí que me despertaba, cuando en realidad aun estaba soñando. A esas que, al despertarme, me encontré en un bonito prado lleno de hierba verde y larga, con el sonido del viento y del piar de los pájaros, y un lindo gotear de un arroyo cercano. Desconcertado, pero no se por qué razón, feliz, me puse a andar donde me llevaba el viento, en su dirección, me deje acariciar por la serena brisa que parecía de primavera. Hasta que de repente, el paisaje cambio. Todo se volvió oscuro, parecía hecho de sombra. Con la sombra vino un silencio sepulcral, los pájaros y el viento se habían esfumado, el arroyo había quedado mudo. Entonces un estridente sonido, y un rayo que atravesó el cielo me pusieron alerta, pero antes que me pudiese mover, delante mío cayo un meteorito de color azul. El impacto me tiro hacia atrás, pero me levante corriendo para ver que había pasado. Delante de mí se erguía un monumento muy alto, lo que parecía un altar. Sentí como si me llamase, como un latido cálido en el interior de esa piedra. Pensé que solo eran imaginaciones mías, que una piedra era una piedra y que no podía latir. Pero finalmente, picado por la curiosidad, la toque. - Dijo Shun
-          ¡Continúa, continua! –Dijo Min
-          Ya voy, ya voy, he tenido que parar para coger aire - Contesto Shun, a lo que siguió explicando. - Me arrepentí de haberlo hecho. Mi cuerpo se envolvió en un tipo de fuego raro, de color azul, que no quemaba. Las llamas azules que lamian mi cuerpo eran frías como el hielo. Me asuste, y abrí la boca en gesto de sorpresa y miedo. En ese momento, las llamas azules recorrían mis labios, y se adentraron por mi garganta. Caí al suelo atemorizado, nervioso, creyendo que iba a morir. Pero en el justo momento en que todo mi ser se convertía en fuego, me desperté. Del susto, aspire aire muy fuertemente, acabándome de despejar. No tenía signos de que mi sueño hubiese sido real.
-          ¡Guau, me has dejado boquiabierta!- Dijo Min – De todas formas, vayamos entrando ya al colegio, que hace cinco minutos que deberíamos estar en el aula y por tu relato no llegamos – Replico, corriendo hacia clase.
-          Pero… Si me has dicho tu que lo contase… -Dijo Shun, bajando de tono a medida que la mirada penetrante de Min lo atemorizaba mas y mas. – Mejor démonos prisa y entremos.
-          ¡Vamos allá! – Dijo Min

miércoles, 13 de abril de 2011

1. La Llama Azul (1)

Shun se despertó, como cada día, para ayudar en las tareas de casa. Lo hizo bien temprano, debido a que luego debía ir al colegio para aprender. Nada más levantarse, se fue al cuarto de baño, tomo una toalla suave y de un reluciente color verde, y se ducho, con agua muy fría, como a él le gustaba. Al salir de la ducha, se miro en el espejo que había enfrente del toallero. Shun  tenía una constitución alta, delgada, trabajaba mucho en el huerto, y eso había curtido su piel y templado sus huesos. Tenía unos ojos marrón intenso, rasgados, con un pelo largo y castaño oscuro. Su cara contenía una gran cicatriz a lo largo del pómulo derecho, hecha por un mal uso de la azada. Además, tenía una barbilla afilada, con bastantes rasgos de su edad, 18 años. Cuando se dio cuenta, estaba absorto en sus pensamientos, cosa que le pasaba continuamente, al ser un chico muy soñador. Era también bastante inocente, pero sobretodo lo que más lo caracterizaba y lo hacía agradable era su inmensa capacidad para animar a la gente. Sin comerlo ni beberlo, la gente de su alrededor estaba más contenta.  Después de quitarse de la cabeza esas historias, fue al comedor, donde se encontró a sus abuelos tomando su almuerzo matinal, a lo que los saludo, y entablo conversación con ellos:
-          ¿Buenos días Shun, has dormido bien? – Dijo Ricardo, su abuelo
-          Si abuelo, he dormido muy bien – Mintió Shun, ya que no menciono nada de su sueño especial de esa noche. – Este año va a ser difícil hacer la cosecha – Dijo               
-          Bastante, ha llovido poco y las veces que lo ha hecho ha arrastrado piedra – Dijo Aina, su abuela. – Debemos prepararnos por si nos toca pasar hambre.
-          No seas bromista,  Aina, nadie va a pasar hambre aquí, creo que tenemos provisiones y mucha capacidad de adaptación, todo saldrá bien – Dijo Ricardo
-          Eso espero – Dijo Shun – ¡Me voy a hacer mis tareas, hasta luego!
-          ¡Adiós Shun, cuídate! – Dijeron sus abuelos.
A todo esto, Shun se puso a regar el campo de enormes zanahorias, brillantes y jugosas, que esperaban ser recogidas en los próximos meses. Luego rego también los árboles frutales, más dañados por el granizo de las semanas anteriores. Finalmente, dio de comer a las gallinas, que según se decía, ponían los huevos más grandes de toda la comarca. Cuando volvía hacia su habitación, para hacerse la bolsa del instituto, alguien hizo sonar el timbre, tres veces, haciendo una burda representación de una canción típica de la época. Al oírlo, bajo corriendo las escaleras para abrir la puerta y ver quien llamaba con tanta ansia. Abrió la puerta cuidadosamente, con miedo de que hubiese un desaprensivo esperando atrás, aunque luego pensó que esta idea era bastante tonta, ya que una de estas personas no llamaría de forma tan estridente. A todo esto, se había vuelto a quedar pensando, y recibió un abrazo enorme a la vez que un grito.
-          Shun Sadwallan! ¿Como estas? – Dijo Min, nerviosa, y aun abrazándolo
-          Fien, fien, afartate un foco fue meftas afogando – Dijo Shun, a lo que Min se separo.
-          Aun no me has respondido la pregunta – Dijo Min, mirándole de cerca
-          Estoy bien, contento, hoy acabe rápido la faena – Dijo Shun – Espérate un par de minutos que acabo de hacer la bolsa, bajo y nos vamos. Puedes entrar si quieres.
-          Gracias Shun, te espero aquí en el portal – Contesto Min
-          Hasta ahora – Dijo Shun, sonriente
Shun subió a toda prisa las escaleras hacia su habitación, tropezando en el último escalón, torcido por el paso de los años. Entro con un vaivén, recogió cualquier posible libro necesario para las clases de ese día, cogió su par de bolígrafos, además de su carboncillo para dibujar entre clases. Entonces bajo otra vez a la cocina, cogió el almuerzo, preparado el día anterior por la noche y conservado en la nevera. Finalmente, fue a buscar una chaqueta y luego se fue con Min.

viernes, 25 de marzo de 2011


PROLOGO

Han pasado ya muchos días desde aquella vez, desde aquel momento en que descubrí por primera vez quien era... He sufrido cortes, golpes, dolores con los que hasta el hombre más temible se rendiría. Aunque me hice más fuerte para poder aguantarlos, llevo aun una carga en mi alma, condenado a vivir injustamente por sucesos del pasado. Pero solo puedo andar hacia delante, hacia el posible final de un túnel. Todavía me acuerdo de ese día… cuando Zenon cayó.