miércoles, 13 de abril de 2011

1. La Llama Azul (1)

Shun se despertó, como cada día, para ayudar en las tareas de casa. Lo hizo bien temprano, debido a que luego debía ir al colegio para aprender. Nada más levantarse, se fue al cuarto de baño, tomo una toalla suave y de un reluciente color verde, y se ducho, con agua muy fría, como a él le gustaba. Al salir de la ducha, se miro en el espejo que había enfrente del toallero. Shun  tenía una constitución alta, delgada, trabajaba mucho en el huerto, y eso había curtido su piel y templado sus huesos. Tenía unos ojos marrón intenso, rasgados, con un pelo largo y castaño oscuro. Su cara contenía una gran cicatriz a lo largo del pómulo derecho, hecha por un mal uso de la azada. Además, tenía una barbilla afilada, con bastantes rasgos de su edad, 18 años. Cuando se dio cuenta, estaba absorto en sus pensamientos, cosa que le pasaba continuamente, al ser un chico muy soñador. Era también bastante inocente, pero sobretodo lo que más lo caracterizaba y lo hacía agradable era su inmensa capacidad para animar a la gente. Sin comerlo ni beberlo, la gente de su alrededor estaba más contenta.  Después de quitarse de la cabeza esas historias, fue al comedor, donde se encontró a sus abuelos tomando su almuerzo matinal, a lo que los saludo, y entablo conversación con ellos:
-          ¿Buenos días Shun, has dormido bien? – Dijo Ricardo, su abuelo
-          Si abuelo, he dormido muy bien – Mintió Shun, ya que no menciono nada de su sueño especial de esa noche. – Este año va a ser difícil hacer la cosecha – Dijo               
-          Bastante, ha llovido poco y las veces que lo ha hecho ha arrastrado piedra – Dijo Aina, su abuela. – Debemos prepararnos por si nos toca pasar hambre.
-          No seas bromista,  Aina, nadie va a pasar hambre aquí, creo que tenemos provisiones y mucha capacidad de adaptación, todo saldrá bien – Dijo Ricardo
-          Eso espero – Dijo Shun – ¡Me voy a hacer mis tareas, hasta luego!
-          ¡Adiós Shun, cuídate! – Dijeron sus abuelos.
A todo esto, Shun se puso a regar el campo de enormes zanahorias, brillantes y jugosas, que esperaban ser recogidas en los próximos meses. Luego rego también los árboles frutales, más dañados por el granizo de las semanas anteriores. Finalmente, dio de comer a las gallinas, que según se decía, ponían los huevos más grandes de toda la comarca. Cuando volvía hacia su habitación, para hacerse la bolsa del instituto, alguien hizo sonar el timbre, tres veces, haciendo una burda representación de una canción típica de la época. Al oírlo, bajo corriendo las escaleras para abrir la puerta y ver quien llamaba con tanta ansia. Abrió la puerta cuidadosamente, con miedo de que hubiese un desaprensivo esperando atrás, aunque luego pensó que esta idea era bastante tonta, ya que una de estas personas no llamaría de forma tan estridente. A todo esto, se había vuelto a quedar pensando, y recibió un abrazo enorme a la vez que un grito.
-          Shun Sadwallan! ¿Como estas? – Dijo Min, nerviosa, y aun abrazándolo
-          Fien, fien, afartate un foco fue meftas afogando – Dijo Shun, a lo que Min se separo.
-          Aun no me has respondido la pregunta – Dijo Min, mirándole de cerca
-          Estoy bien, contento, hoy acabe rápido la faena – Dijo Shun – Espérate un par de minutos que acabo de hacer la bolsa, bajo y nos vamos. Puedes entrar si quieres.
-          Gracias Shun, te espero aquí en el portal – Contesto Min
-          Hasta ahora – Dijo Shun, sonriente
Shun subió a toda prisa las escaleras hacia su habitación, tropezando en el último escalón, torcido por el paso de los años. Entro con un vaivén, recogió cualquier posible libro necesario para las clases de ese día, cogió su par de bolígrafos, además de su carboncillo para dibujar entre clases. Entonces bajo otra vez a la cocina, cogió el almuerzo, preparado el día anterior por la noche y conservado en la nevera. Finalmente, fue a buscar una chaqueta y luego se fue con Min.

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